MALNACIDOS

Bien es cierto que las generalizaciones nunca fueron buenas ya que suelen conllevar que justos paguen por pecadores. Bien es cierto que en el mundo de la política hay políticos que demuestran a diario su profesionalidad, honradez, vocación y saber hacer. Bien es cierto que hay políticos que son sensibles a los problemas que afectan a la población y que intentan a toda costa buscar soluciones coherentes, equitativas y funcionales a esos problemas, llegando si es necesario a sacrificar determinados privilegios que hasta ahora venían disfrutando, e incluso se llegan a exponer mucho más de lo que a priori su cargo les exige. Pero también es cierto que los descritos en este párrafo no suelen ser la mayoría, sino un pequeño reducto que se ve coartado, ninguneado y a veces también despreciado por la labor, medidas y decisiones de la mayoría de los que abundan en nuestro país. Sin duda, los aquí descritos en primer lugar pueden sentirse orgullosos de que una conocida marca de refrescos les esté dedicando estos días una campaña publicitaria en la que se reivindica su buen hacer y esfuerzos. Nosotros también hemos querido tener un detalle, pero en nuestro caso hemos decidido rendirle un «sentido homenaje» a ese grupo de personas, relacionadas con la política, que son todo lo contrario a lo que deberían ser unos buenos representantes que buscan el bien de su sociedad por encima del beneficio propio. Sin más dilación, procedemos:

Malnacidos, ruines y despreciables seres que sólo buscan su interés a costa del sufrimiento y explotación de los demás, que pasan las horas diseñando estrategias que les permitan seguir manteniendo sus prebendas, idiosincrasia, privilegios, estatus, corruptelas, clientelismo y demás desmanes que les consolidan como auténticas mafias, secuaces o sicarios al servicio de un poder económico al que sirven con devoción y retroalimentan.

Falsos, miserables, indeseables, ¿cómo pueden tener la osadía de vilipendiar a la desgastada población insultándola y tratándola como si fuera imbécil? ¿No les queda un mínimo de decencia o es que nunca se la enseñaron en sus centros educativos privados?

Retorcidos hipócritas que nunca han podido disimular su color o lo perdieron por el camino -si es que alguna vez lo tuvieron-. Hablan de legislar para combatir el sufrimiento y lo único que hacen es multiplicarlo. Se vanaglorian de conocer las penurias por las que atraviesa la mayor parte de la población, pero su único contacto con la misma es a través del breve intercambio de unas palabras con sus sirvientes o en el intervalo en el que se dirigen al camarero que les atiende.

Hijos de mala simiente que usan la política como medio con el que forrarse teniendo la poca vergüenza de subirse el sueldo -por duplicado, triplicado, cuadruplicado o quintuplicado a lo que vienen sumando las dietas que les proporcionan en algunos casos más de 15.000€ mensuales, las cuáles hábilmente han incrementado- incluso en época de crisis como la que estamos atravesando, al tiempo que no les tiembla el pulso para recortar y recortar los salarios del resto de los auténticos trabajadores del país, los derechos y libertades de una población más que esquilmada, los servicios sociales y de atención a la población así como otros totalmente necesarios para el buen funcionamiento, por ejemplo de los centros de salud y hospitales (servicios y personal de limpieza, médicos, enfermeras…).

Pusilánimes avaros que disfrutan de complementos salariales -legales o de dudosa procedencia- que al final pagamos los ciudadanos para que vivan a cuerpo de rey, teniendo la desfachatez de justificarlo argumentando que son necesarios debido a su labor política. Mientras, el españolito de a pie se tiene que pagar los desplazamientos a los que su trabajo le obliga, así como debe costearse los gastos derivados del mantenimiento de su residencia en otra provincia, comunidad o país, y no, no lo hace por espíritu aventurero, lo hace por necesidad, eso que dichos políticos no han conocido ni conocerán jamás, al igual que tampoco conocen la vergüenza.

Bastardos manipuladores en cuyas bocas las palabras libertad, democracia o derechos son distorsionadas y torturadas hasta que llegan a significar lo contrario a su esencia. Han sido capaces de denominar como terroristas a aquellos que luchan por el derecho fundamental a la vivienda recogido en la Carta Magna que tanto enarbolan cuando quieren proteger su cortijo. Han tenido la poca vergüenza de llamar vagos, maleantes e interesados a quienes desempeñan su labor en el ámbito de la Sanidad y Educación Públicas y no se han sentado a ver cómo acaban con todo sin alzar la voz. Han intentado identificar a los parados con seres rastreros que usan su prestación para comprar televisiones de plasma, al tiempo que les han acusado sistemáticamente de lucrarse con el dinero negro que ganan con sus trabajos no declarados –«Piensa el ladrón que todos son de su condición»-. Incluso han llegado a decir que muchos de los que están parados lo están porque quieren, así como que la única salida honorable y viable para ellos es marchar al extranjero a buscarse las habichuelas, y todo ello lo han hecho sin perder la sonrisa, presentando esta salida como una oportunidad para “aventureros”.

Parásitos del sistema, sustentadores de un tinglado que han construido a su antojo desde la época de la pseudo Transición hasta hoy en día, el cual han ido moldeando para que les garantice mantenerse en el poder y les permita saltar de la teta del Estado a la de una empresa privada amiga a la que han engordado durante sus años en el poder.

Atajo de gérmenes que han inoculado su veneno en un sistema al que como un cáncer o tumor degradan a un ritmo vertiginoso, no tienen ni la más remota idea de lo que es verse en la calle, sin nada, arruinados, marcados para siempre gracias al invento de las bases de datos de morosos, condenados de por vida a seguir debiendo dinero a unas entidades a las que no sólo no les han hecho pagar todo el mal que han provocado y siguen provocando, sino que han acudido a su rescate y siguen sosteniendo a costa del sufrimiento de los demás.

Podridos corsarios que han abusado de sus cargos para robar el dinero de los ciudadanos a manos llenas o que han colaborado con quienes lo hacían, llevándose su parte del pastel a modo de fiestas, viajes, coches, inmuebles, pensiones o sobresueldos pagados con dinero público.

Despreciables egoístas que tienen la poca vergüenza de obligar a los parados a trabajar gratis para poder cobrar la percepción de un desempleo que legalmente les corresponde, realizando las labores de aquellos que previamente y con premeditación echaron a la calle con la excusa del «ahorro», mientras que sin predicar con el ejemplo afirman que se puede hacer más y mejor con menos. No queda ahí su villanía pues su perversión les lleva a pretender que ciertas labores de relevancia social, como por ejemplo la administración y gestión de las bibliotecas públicas o de los servicios de atención a las personas maltratadas, sean desempeñadas por personal voluntario.

Rastreros saqueadores que no tienen mesura a la hora de designar a dedo como asesores a cientos de amigos y familiares para desempeñar labores que deberían realizar los funcionarios del Estado, o bien simplemente crean cargos innecesarios de elevados salarios para enchufar a su clientela.

Cobardes alimañas que ante la presión social tienden a quitarse de en medio, no dar la cara y esconderse, así como suelen retorcer y utilizar la justicia a su favor o entorpecen su labor cuando les conviene, adaptándola a sus intereses sin ni siquiera sonrojarse.

Viles ineptos que coaccionan, amedrentan y violentan a los grupos que no se doblegan ante su nepotismo.

Mezquinos farsantes sin escrúpulos que pretenden hacer creer que existe una auténtica división de poderes, aunque día a día comprobemos que prácticamente no hay separación entre el poder ejecutivo y legislativo, al tiempo que el judicial se ve manipulado, coaccionado y en parte dirigido por el poder citado en primer lugar.

Abyectos rufianes que utilizan el dinero público en su beneficio propio o lo malgastan en mejorar su imagen (entrenadores personales, peluquería, trajes, cirujía…) y garantizar su comodidad. Hacen todo lo posible por seguir manteniendo sus prebendas y privilegios descaradamente hasta en épocas de crisis y, si alguna vez, por presión social se ven obligados a tener que prescindir de alguna de ellas, (como por ejemplo a que les subvencionen el alcohol en su lugar de trabajo), tienden a decir que lo han hecho de motu propio.

Canallas sin escrúpulos que despistan el dinero de todos para beneficio propio o de los suyos, o bien conceden subvenciones a empresas amigas, a los de su cuerda o a quienes apuestan por lo privado, con el único fin de acabar con los Servicios Públicos. Aprovechan la crisis para privatizar todo lo privatizable, pero aún no se les ha visto privatizarse a sí mismos.

Sabandijas indeseables que cuestionan el aborto pero que no tienen ningún reparo en ponerlo en práctica -al igual que el divorcio- cuando les conviene o les toca de lleno. Dicen defender los derechos de los no nacidos pero dejan en la más absoluta de las miserias y olvido a los dependientes.

Perversos entes carentes de toda ética que se ofenden cuando la sociedad o la judicatura les califica peyorativamente o los compara con ciertos animales (lo que no es justo para estos últimos), pero que parecen olvidar esas reticencias cuando ellos llaman vagos, maleantes, hipócritas, privilegiados y demás sandeces a ciertos sectores de la sociedad con los que quieren acabar.

Bellacos retrógrados que persiguen garantizar derechos como la educación sólo a los grupos adinerados, acabando con la igualdad de oportunidades, favoreciendo que la plebe embrutecida no pueda ascender socialmente.

Execrables ruines que se autodenominan como patriotas pero cuya labor sólo conduce a la miseria, pobreza, venta y sometimiento del país por el que dicen sentir devoción, como demuestran sus ansias por entregar al mejor postor emblemas nacionales como la Sanidad, la Educación o Empresas Públicas rentables y estratégicas para la economía de España.

Enjendros de rancio abolengo que con su indiferencia y mal hacer propician la huída de nuestros brillantes cerebros al extranjero o aparcan a un lado nuestro mayor tesoro, las energías renovables, condenando al más triste de los futuros a nuestro país.

Deplorables granujas que manipulan y maquillan las cifras para aparentar unos resultados que no se corresponden con la realidad.

En suma, MALNACIDOS sin honra, palabra, vergüenza o credibilidad que tienen que inventar tecnicismos y buscar figuras literarias para intentar ocultar sus errores y tropelías y, cuando les ha sido imposible hacerlo, simplemente guardan silencio con el fin de que no se hable del tema, o bien niegan las evidencias de la corrupción que les toca de lleno e intentan achacarlo todo a una mano negra conspirativa que hunde sus raíces desde la policía hasta los jueces.

Malditos sean, una y mil veces, malditos sean. Ojalá llegue el día en que todo el mal que han causado y están causando les sea devuelto al menos en la misma proporción.

Acerca de apedreandocristales

Colectivo de profesionales relacionados con la cultura que pretende aportar una visión alternativa al discurso oficial, edulcorado y limitado comúnmente difundido desde los grupos políticos, sindicales o medios de comunicación.
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3 respuestas a MALNACIDOS

  1. ¡Enhorabuena por vuestra valentía! Suscribo el artículo al cien por cien.

  2. Pingback: VERGÜENZA | Apedreando cristales

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